S, como
casi todos los días llega con su mal humor a cuestas. Y me pregunto, que culpa
tengo yo de lo que a ti te pase? Porque
tengo que aguantar día si y día también tus cambios de humor, tus subidas y tus
bajadas.
Así que
otro martes mas, en otra semana mas, en otro mes de abril mas, va pasando la
vida casi sin enterarme. Porque si, se
me está pasando la vida y no me estoy enterando. Intento disfrutar al máximo
cada momento pero estoy con la cabeza tan ocupada que la mayoría de las veces
es una labor imposible. Que conste que lo que me tiene ocupada la cabeza son
cosas buenas y bonitas. Un matrimonio bastante feliz, una maternidad elegida y
satisfactoria, un trabajo podríamos decir que aceptable en sueldo y en horario,
vamos que no me puedo quejar. Todo bien salvo por S., esa jefa que va de
compañera a ratos, que habla mal de mi a mis espaldas, que me hace sentir la
mujer mas tonta del mundo, la mas inútil, con esas puyitas que me lanza
constantemente. Esa a la que le sienta mal que yo sea feliz, que siempre esté
contenta y con una sonrisa en la cara. La mujer fría que no se conmueve por
nada ni por nadie, que tampoco se alegra por las buenas noticias de los demás,
si esa es ella.
Con el
paso del tiempo, he aprendido a llevarla, a que me resbale y que no me importe.
Siempre que me dice algo pienso para mis adentros “pobrecilla, lo está pasando
mal, que infeliz”.
Pero
claro, todo tiene sus pros y sus contras, lo mismo me pilla a mi en un día de
esos que todas las madres trabajadoras tenemos y en mi caso son muchos en los
que no he dormido prácticamente y en cuanto venga hacia mi con el hacha de
guerra lo mismo la mando lejos, muy lejos. Esperemos que no llegue la sangre al
río.
Otro
aspecto que me si que me molesta profundamente de ella, es que siendo madre
como yo, tenga tan poca empatía hacia el resto de madres que trabajan con ella.
Prácticamente no comprende que las demás nos tengamos que ausentar en algún
momento de nuestro puesto de trabajo porque nuestro cachorros enfermen, por
ejemplo, teniendo que aguantar la típica frase de : “Es que siempre estáis
malos…” Y yo le contestaría en ese momento, pues igual que tú, lo que pasa es
que si tu lo haces no pasa nada y yo parece que no tengo derecho.
En fin,
una joyita, y encima tengo que oír constantemente de mis compañeros hombres,
que es muy válida , que vale su peso en oro, bla bla bla. Así que es lo que
hay, no queda otra que llevarlo lo mejor que se pueda y sin perder la sonrisa
ni la alegría. Quizás como es tan maravillosa en su trabajo lo mismo viene otra
empresa y se la lleva, no hay que perder la esperanza.
Continuará…